15 nov 2010

Disertación

  "el hombre por dos cosas trabaja:
   la primera, por tener mantenencia,
   y la otra cosa era por poderse juntar con hembra placentera”

   A lo largo de la historia, las perspectivas de la humanidad han cambiado, desde la supervivencia esencial de la Prehistoria hasta la diversificación de intereses de nuestra sociedad actual. Estos versos del Arcipreste, en su época, eran bien ciertos.
   Al igual que los campesinos labraban la tierra para poder procurarse unos pocos alimentos, los nobles combatían en la guerra para adquirir respeto y celebridad y así poderse comprometer con una dama de alta alcurnia.
   Durante miles de años, esta situación, desde distintos enfoques, se ha mantenido inalterable en su esencia. En los comienzos de la humanidad, el trabajo era la caza para subsistir, y una hembra para procrear y evitar la extinción de la especie.
   Esta mentalidad se ha mantenido en unas sociedades machistas en las que las mujeres eran consideradas como meras máquinas de trabajar y engendrar descendientes. Pero ahora, en nuestros días, la susodicha mentalidad ha evolucionado hasta alcanzar la teórica igualdad entre sexos (a pesar de que aún se mantienen reminiscencias del pasado), y de este modo la situación ha cambiado notablemente.
   Todavía, y desgraciadamente, hay que vivir para trabajar, y viceversa. Sin embargo, las mujeres también trabajan y no necesitan subsistir del dinero de un hombre que lo tenga, de tal manera que a un hombre de poco le va a servir trabajar para tener unas pocas ganancias y poder juntarse con la mujer que él elija.
   Además, incluso el verso de que se trabaja para obtener mantenencia se ha convertido en algo relativo cuando hay personas que aman tanto su oficio o aquello a lo que se dediquen que los beneficios no les preocupan mientras puedan seguir viviendo de ello.
   En mi opinión, estas palabras del Arcipreste de Hita son una verdad a medias; según el período histórico, esta idea ha variado notoriamente, hasta prácticamente perder el sentido en la actualidad. Aun así, depende del sujeto en cuestión cumplir o no estos versos que definen la esencia del objeto del ser humano (aquí el hombre, más concretamente), debido a que hemos sido capaces de alterar los designios de unas sociedades nada igualitarias y totalmente injustas.
   Los tiempos modernos han dado al ser humano una relativa libertad de expresión y de vida, y opiniones como las que refleja el Arcipreste en su obra han sido desechadas en nuestras culturas civilizadas, obviando que, aunque no ahora, fueron ciertas antaño. Cada cual vive como quiere; así lo veo yo.

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